lunes, 20 de julio de 2015
CUENTO -EL RATÓN Y EL ÁGUILA
Los cuentos Ancashinos para los más niños.
EL RATÓN Y EL ÁGUILA
Dicen que un
día, muy de madrugada, en la cumbre de un cerro un águila se encontró con un
ratón.
Y dicen que
el águila preguntó al ratón:
¿Qué estás
haciendo?
Y el ratón
le respondió así:
Yo estoy
llevando comida para mis hijos.
El águila le
dijo:
¡Estoy
hambriento! Te voy a comer.
El ratón muy
asustado le dijo:
Por favor no
me comas, te daré a mis hijos.
El águila,
creyendo que era cierto, dejó libre al ratón.
De pronto,
el ratón, le dice al águila:
Vamos te
daré a mis crías.
De esta
manera, hizo el ratón que el águila caminara junto a él. De repente el ratón,
se metió a un hueco y el águila se dijo:
¡Me dará a
sus crías!.
Y muy
contento se puso a esperar al ratón. Dicen que el ratón no apareció, ya que
éste logró, escapar del águila por otro agujero. Dice que el águila espera a la
salida del agujero. Cuando no apareció el ratón, dijo:
Hubiese
comido al ratón.
Donde sea lo
hallaré, dijo. Me mintió diciendo que me daría a sus crías. Diciendo eso el
águila se fue volando por las alturas.
CUENTO - EL PICAFLOR Y LA CULEBRA, WINCHUSWAN MACHAQWAY
Nuestra pluriculturalidad y
nuestra lengua materna.
EL PICAFLOR Y LA CULEBRA
WINCHUSWAN MACHAQWAY
Qunchuukushchaw Qullanan Pinkush
nishqan allaapa uunayna markachaw kawayaanaq ishkay allaapa kuyanaquq
yanakikuna, winchuswan machaqway, paykuna kashqan mikuyllata ishkan mikuyaq,
kasqan qatallawan quñuukuyaq hina kikinkunapura taapanakuyaq. Hukpin hunaq
Musna mayuman yakuta ashir aywaykaayaptin, winshnusqa mana hamay yachaynin
kayninwan paarir uqraqakuykurqan hacha hacha rurinchaw. Machaqway ullpanashqa yanakinta
ashir churakaanaq. Winchuspis hina chaynaw ruranana. Ashinakuyaanaq rara
waripampachaw, chawpi waripampachaw, hawa waripampachawpis; kuntunqachaw,
pumatsakachaw, marka markachaw,
tarinakuyaqtsu.
Winchus tapukuq chawinpiqwan
waripa awkinninkunata, pipis imatapis musyaqtsu. Ampichaw aywaykaptinna
machaqwayqa Musna mayu kuchullanlla ashita churapukarqa, yaku huk markakunapa
aywaqta qatir allaapa karupakurinaq mana makushllapa hachamarkaman chaarinah,
tsaychaw rikanah arashkunata, asillukunata, hawarkunata, hina hatusaq
qirukunata kuyay yanaqinta tarirqantsu. Tsaynam mama qucha patak markachaw
ashiita churapukarqan mama quchawaman ayway yakuta qatir aywarqan tsaychaw
rikanaq hatusaq tapsayuq pishqukunata tukuy tukuy challwakunata, tsaychawpis
yananqinta tarinaqtsu utishqana allaapa achachapakushqana hallqaman
aywakuykunaq yurah hirkapapis yana hirkapapis, tsaynaw Kunchukusman chaarinaq.
Kawish hatun uchukuchu yanaqinpa purunkunata taririrna ullpaakurkunaq ¿Piraq
yanaqillaa winchusta mikukurqun, ninaq. Tsaynaw naninpa aywakurkan allaapa
ashiwan utishqa hina llakikushqa. Inti hiqar aywaraykaptinna Qullana Pinkush
markaman chaarinaq huk awkis qiru hananchaw ullpanashqa wakakuykaqta rikaarinaq
yanaqllanta imanir waqanki nir tapunaq –Chakiitam pakirquu- nir winchus
yaskinaq. Machaqway kushishqa tikrarinaq yanaqinta tarirkur. Amana llakikuytsu,
waqaynapistsu apamuu, hacha markapita mama qucha pataq markapitawan hallqa
marka hanpikunatam, tsaykunawan hanpishqayki. Tsaypita patsa kushi kushi
kuyaylla markankunachaw kawakuyan.
FUENTE: Margoth Huerta Araujo
CUENTO - EL VENADO ENCANTADO DE CARCAS
EL VENADO ENCANTADO DE CARCAS
En Carcas, pequeño poblado del
distrito de Chiquián en la provincia de Bolognesi, hay un cerro llamado Huanya.
En su interior duerme un fabuloso tesoro que los incas ocultaron a la codicia
de los españoles. El Dios Sol decretó que un venado corpulento, de hermosa piel
y cuernos relucientes, debía tener la eterna misión de cuidarlo.
Desde entonces, el bello animal
ronda por los parajes de ese lugar, no permitiendo que nadie llegue a descubrir
la entrada de la caverna. Pero el demonio una vez estuvo a punto de dar con
ella. Y por eso, el fiero venado, emprendió contra él una lucha feroz y sin
cuartel. En las crudas épocas del invierno, cuando la tierra se cubre de una
melancólica neblina, y el rocío cae tristemente de las hojas, la lucha se torna
más encarnizada. Durante las noches lóbregas y heladas, el cerro se estremece
ante el fragor de la pelea cruenta, fragor que apaga el estrépito de las
torrentosas aguas de los tres arroyuelos que surcan el lugar. Pese a la ferocidad
del demonio, el bizarro guardián de piel brillante y astas erguidas, logra
derrotarlo, y el enemigo vencido aumenta el caudal de uno de los arroyuelos.
Una vez, dos cazadores habían
seguido los rastros de un venado. Después de una fatigosa caminata, habían
llegado a la boca de una cueva a cuyo interior se dirigían las huellas.
Entraron alumbrándose con una antorcha y a su luz vieron esqueletos humanos,
potes y otros objetos de alfarería. Temerosos abandonaron la tenebrosa caverna.
En el interior, al emprender el regreso a sus chozas, uno de ellos resbaló y al
incorporarse apoyándose con las manos en el suelo remojado por las lluvias,
descubrió una galería subterránea. Al hurgar en ella, advirtieron que estaba
llena de alhajas de oro y piedras preciosas. Quisieron cargar con la riqueza,
en eso, al divisar por el campo, vieron a un venado de singular gallardía, pero
ni se les ocurrió cazarlo. Anduvieron por los alrededores en busca de un burro
para cargar a sus casas la fortuna, pero con mala suerte. Entonces, fueron al
sitio donde habían encontrado la galería, con la intención de llenar sus
alforjas con las joyas, mas no pudieron dar con ella. En la búsqueda
desesperada se perdieron, y nadie supo de ellos. El venado que había divisado
anteriormente, y que no era sino el celoso guardián de la gigantesca riqueza,
los había convertido en dos arroyuelos que empezaron a correr junto al que ya
existía, el cual se había formado por la transformación de los demonios a
quienes el bizarro animal, había vencido en anteriores jornadas.
Hablemos de Carlos Eduardo Zavaleta.
(Caraz, Ancash, 1928 - Lima,
2011) Escritor peruano. Autor de una espléndida producción narrativa que
sobresale por su lenguaje terso y pulido, su destreza en el desarrollo de la
anécdota, su excelente construcción de los personajes y su perfecto acabado
formal, es uno de los principales integrantes de la denominada "Generación
del 50", en la que se agrupan otros escritores peruanos de la talla de
Julio Ramón Ribeyro, Enrique Congrains Martín, Luis Loayza y entre otros.
Los cuentos escritos por Carlos
Eduardo Zavaleta que captan a Ancash como escenario vital, representan una
armonización del ámbito rural con la diferencia de la ciudad y bullicio, sobre
todo a partir de la construcción de sus personajes, a quienes suele asignarles
conflictos propios y con tal conjugación, buscando así una perspectiva integral
de la realidad peruana. Este logro se sostiene además en el cuidado que presta
a los rasgos de sus protagonistas, los personajes elegidos no son
necesariamente campesinos sino más bien mestizos habitando el Ande, quienes comienzan
a afrontar en el interior de los relatos
el peso de una pluralidad sociocultural no sólo peruana sino también, en
ciertos casos, global. De esta manera alcanza el mejor de sus niveles gracias a
la amplia visión que Zavaleta logra con sus viajes en diversas partes del
mundo. A partir de ello resulta excelente el volumen que agrupa sus cuentos
relativos al Callejón de Huaylas, Pueblo azul (1996).
CUENTO- LAS PLUMAS DEL ÁNGEL
Este es uno de los
mejores cuentos de nuestras épocas
LAS PLUMAS DEL ÁNGEL
Al principio de la vida, los ángeles de níveas alas volaban hacia
todas partes, cumpliendo diligencias divinas.
Cierto día, un Angelito niño perdió una plumita de su ala derecha, la
que viajó por el mundo buscando un lugar donde posarse. Una noche, ya cansado
de tanto volar, bajó a un lugar y allí durmió por primera vez sobre la tierra;
al despertar contempló el lugar y le gustó tanto que decidió quedarse allí para
siempre.
La plumita era tan blanca, pura y pequeña, que todos los seres de
aquel lugar le querían y obsequiándole diversos dones, creciendo cada día las
atenciones y mimos, que la plumita blanca vivía tan agradecida haciendo que su
celestial corazón creciera de bondad y ternura.
Crecía y crecía a cien, mil, dos mil, cuatro mil, seis mil metros de
altura, hasta convertirse en una inmensa mole blanca que celosa protegía todo
aquel rincón paradisiaco que la acogiera con cariño.
Mientras tanto, el Ángel del Señor echó de menos a la plumita de su
ala derecha. Voló por Marte, Júpiter, Plutón, las estrellas y cometas y no pudo
hallarla. Ya fatigado, un día de mayo en la Tierra pasó por los cielos del
CALLEJON DE HUA YLAS y contempló maravillado un paisaje semejante al del Paraíso:
un bellísimo monte blanco rodeado de lagunas azules, verdor y colorido por
doquier, contrastando graciosamente con majestuosas montañas grises.
El Ángel se quedó absorto al contemplar tanta hermosura y su
admiración fue en aumento cuando reconoció en aquel Gigante Blanco, a su
pequeña pluma, tan buscada y querida. Regresó al cielo y contó al Señor lo
sucedido y díjole: Deja allí esa pluma hijo mío ... y harás aún más, para que
esa pluma no se sienta sola, deja otra plumita de tu ala izquierda.
Regresó el ángel a la Tierra, contempló su primera pluma tan grande y
majestuosa, que erguía sus altísimos picos hasta besar el cielo y le puso por
nombre HUASCARAN. Caminó un poco al norte y cumpliendo el mandato divino, dejó
la otra pluma y la llamó HUANDOY.
Luego se fue al cielo llorando. Se fue sin volver la mirada. Dio
cuenta al Señor de lo hecho y él le dijo: Ya sé que te entristece haber dejado
en la tierra tus blancas plumas y has derramado por ellas tus lágrimas. Más, no
quiero verte triste contempla pues tu obra y se borrará tu pena.
El ángel volvió la mirada a la Tierra. ¡Estaban allí!
¡Sí, eran ellas, sus adoradas plumas! convertidas en bellos colosos
blancos cual pureza angelical. Pero .. no eran dos, eran tres los colosos que
ansiosos miraban al cielo. ¡Era que una pluma más pequeña que las primeras se
le había escapado y se había colocado al lado sur del gran Huascarán.
El Ángel no pudo sino llenarse de gozo ante el prodigio que sus
humildes plumas habian dado a esa tierra y llamó a su última pluma HUALCAN.
Sus lágrimas vertidas eran ahora ríos cristalinos y suaves cascadas
que corrían entre bosques y rocas, fieles mensajeros del amor que Dios tiene a
la Tierra y a los hombres.
Cuento ganador del tercer puesto en los Juegos Florales Municipales
1990 (Huaraz - Ancash)
Presentación
Lo único que sé, es que sin pensar
A la cultura de mi región la debo amar
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Pero sé que mi legado perdurará
que la vida del hombre se hace con cuentos,
cuentos que trasgreden mi región,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con
cuentos,
y que el miedo y las alegrías del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.
Joaquín
Ramírez.
Introducción
"Mas cultura para un mejor país"
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